sábado, 14 de noviembre de 2015

Entrevista a Anton Corbijn para Revista GQ España


Anton Corbijn: "Si quieres a alguien para interpretar a James Dean, no buscas a alguien que se parezca a James Dean"

Hablamos con el director de 'Life', un drama sobre la historia detrás de la imagen definitiva del icono hollywoodiense.

Hay algo casi irreal en observar cómo Anton Corbijn, auténtico maestro holandés, es fotografiado. Lo normal es que se produzca la situación contraria, pero el hombre detrás de las imágenes más icónicas de Joy Division, U2, Arcade Fire o Depeche Mode también se muestra inquietántemente cómodo posando para el objetivo de nuestra fotógrafa. Tanto que, después, le pide que le haga llegar los resultados. La película que viene a presentar, 'Life', también gira alrededor de las imágenes y su poder casi sobrenatural: al centrarse en un hito concreto de la vida de James Dean (su célebre sesión para la revista homónima con el fotógrafo Dennis Stock), Corbijn ha superado las trampas del biopic al uso y ha entregado un trabajo más desafiante. Empezamos a disparar preguntas al hombre que ha disparado mil flashes.

GQ: ¿Cómo afronta uno el casting de James Dean?
Anton Corbijn: Dane DeHaan siempre fue mi primera opción. Si quieres a alguien para ese papel, lo último que tienes que hacer es buscar a alguien que se parezca a James Dean. Si hubiera querido eso, probablemente habría acabado escogiendo a un modelo. Lo que necesitaba era un actor que te hiciera sentir la presencia física de James Dean, pero estrictamente a través de su actuación. Creo que Dane es ese tipo de actor: cuando miras sus trabajos, te das cuenta de que siempre se sumerge del todo en esa gente. Me impactó especialmente ‘Cruce de caminos’, en la que conseguía hacerte creer que era el hijo de otro personaje [interpretado por Ryan Gosling] más allá del parecido físico.

GQ: ¿Alguna vez ha trabajado con un intérprete que se pierda así en sus personajes? En 'Life', da la sensación de que DeHaan llega a desaparecer dentro de Dean...
AC: Sí. Me recuerda mucho, y sé que es su héroe, a Philip Seymour Hoffman [con quien trabajó en 'El hombre más buscado']. Siempre es increíble, sin importar el personaje que interpreta. Philip también era así.
GQ: A través de Dean, la película explora la eclosión de una nueva cultura adolescente. ¿Cree que él es el origen de esa fascinación y mitificación de la adolescencia que llega hasta nuestros días?
AC: Hubo un cambio generacional en el momento que refleja la película, sí. Marlon Brando y él no solo estaban allí cuando se produjo ese cambio, sino que lo forzaron. Mediados de los 50: no paro de pensar en ese periodo. Creo que fue muy interesante, y no solo porque yo naciera en él [risas]. A la generación cuyos padres fueron a la guerra le costó unos diez años encontrar su propia voz, pero cuando ocurrió… Es obvio en el mundo de la música, pero a mí me interesaba lo mucho que James Dean quería ser él mismo, desmarcarse del estudio y sus agentes. Esa sigue siendo una condena para los actores actuales, y es la razón por la que, en la película, necesitábamos tener a Jack Warner como personaje. Tenías que ver cómo operaba él, cómo operaba el sistema, y lo diferente que James Dean era al sistema.

GQ: ¿Cree que la rebelión de Brando fue una promesa rota? ¿Que, a diferencia de Dean, y por motivos obvios, él sí acabó formando parte del sistema?
AC: No veo a Brando como una promesa rota, pero sí creo que hay una diferencia fundamental con Dean. Verás, la vida de Dean se truncó demasiado pronto, así que siempre pensaremos en él como un actor joven. Mientras que, por supuesto, Marlon Brando se hizo viejo… Pero en su momento de máxima relevancia, me parece que sí tenían el mismo código genético y peleaban por los mismos papeles.

ENTREVISTA COMPLETA AQUI

GQ: ¿Es la sesión de fotos con Dennis Stock el nacimiento de un nuevo culto a la imagen, o de una fama que se expresaba a sí misma a través de la imagen?
AC: Ya existía una cultura de la imagen anterior, pero era diferente. Muy controlada. La belleza de lo que creó Dennis Stock reside en su condición de documental: documentó la vida real de James Dean, cómo se desenvolvía en la granja de su familia, cómo se relacionaba con todo el mundo allí. Eso nos concede un acceso privilegiado, incluso sesenta años después de que las fotos se hicieran, al interior de su vida. En cambio, si Dennis Stock hubiese sido un simple retratista, la sesión no habría salido ni la mitad de interesante. 
GQ: Da la sensación de que Stock, interpretado en la película por Robert Pattinson, es una figura muy importante para usted. ¿Qué es lo que le atrajo de su obra?
AC: Si la comparas con lo que se estaba haciendo en ese mismo periodo, tanto en Nueva York como en Los Angeles, te das cuenta de que el tipo tenía un ojo muy afilado. Entendió que la fotografía jugaba un papel muy importante en la construcción de la estrella hollywoodiense, en su forma de lucir bien delante del público, y él le dio un enfoque atrevido. Su manera de hacerlo fue fotografiar la misma vida. ¡Y ese es un enfoque que amo!
 
GQ: En toda su filmografía hay una obsesión por explicar personajes enigmáticos. ¿Es James Dean, y su relación con Stock, el enigma definitivo?
AC: Es posible que lo sea a nivel cultural, pero el mayor enigma de mi vida siempre será Ian Curtis. A nivel personal, veo 'Control', mi primera película, como el enigma más grande de todos.

GQ: ¿Es 'Life' una película sobre el poder de una imagen para cambiar el mundo?
AC: Hm... La gran imagen de James Dean es la que Stock le tomó en Times Square. Se convirtió en una fotografía influyente y poderosa, pero las razones que llevaron a ello estuvieron completamente fuera del control del fotógrafo. James Dean murió poco después, así que toda la emoción de ese hecho se trasladó a la fotografía. Pero fue concebida como una más dentro de la sesión. Yo mismo viví una situación similar cuando fotografié a Ian Curtis. De repente, esa fotografía adquirió un poder que jamás pude prever. Así que no pienso que ninguno de los dos se diera cuenta de lo que estaban creando mientras estaban trabajando en ello.

GQ: ¿Cómo influyó esa sesión en el trabajo posterior de Stock?
AC: Oh, enormemente. Es probable que nunca hiciera una sola foto que alcanzara tanta popularidad como la de Times Square, así que fue una suerte de albatros en ese sentido. Es una imagen que define una carrera. Y más tarde hizo otras imágenes brillantes, pero nunca capturó la imaginación de todo el mundo de esa manera. Lo que hizo no fue solo un icono, sino que también atrapó a la gente.

GQ: ¿Está de acuerdo en esa relación de simbiosis entre fotógrafo y fotografiado que explora la película? ¿Es algo que usted mismo ha experimentado?
AC: Sí, siempre he intentado tener ese tipo de relación con la gente a la que fotografío. Bueno, por supuesto que no trato de imponerla, sino que me gusta que aparezca de forma orgánica. Cuando eso funciona, es tan maravilloso que realmente sientes cómo os habéis convertido en personas cercanas, tanto en la forma de pensar como en los objetivos que perseguís. Lo único que lamento es lo esporádicas que son esas relaciones en el mundo de la música, donde siempre tienes que ir a contrarreloj. Cuando hay tiempo de construir algo así, el beneficio es enorme.
Y, como si se tratase de una ironía cruel, esta es la pregunta que marca el final de nuestro tiempo con Corbijn. Aunque él no está del todo de acuerdo con ello, pues pide que le hagan un último retrato. Aún sabiendo el calendario de entrevistas que tiene por delante, da la sensación de que Corbijn siempre encuentra tiempo para una última foto. Sin importar de qué lado del objetivo esté.


 
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